Compartir aviones y taxis y, por lo tanto, olvidarse de la sana distancia es el principal obstáculo para llegar a esos destinos dignos de una postal.
AP / MARK STEVENSON|El Financiero|14/06/2020. Una ironía de la pandemia de coronavirus es que las idílicas vacaciones en las playas de México que ofrece la publicidad existen realmente en la actualidad: las playas de arena blanca están impecablemente limpias y vacías en la costa del mar Caribe, el agua es cristalina en la del océano Pacífico y el mar alrededor del destino turístico de Los Cabos luce lleno de peces después de 10 semanas sin salidas de botes. Hay ofertas de dos por uno y el personal está muy ansioso.
Todo está a un vuelo de distancia —y a un viaje en taxi y un módulo de recepción en un hotel— y ese es el problema.
Hay varias formas de analizarlo: ¿podría ser más seguro viajar que quedarse en casa? ¿Qué tanto vale la salud mental? Y, si las personas van a distanciarse socialmente de todos modos, ¿por qué no hacerlo en un lugar hermoso y aislado?
Por otra parte, pese a la pandemia, a menudo los vuelos están llenos, e incluso los hoteles de México que trabajan duro para desinfectar sus instalaciones tienen poca capacidad para realmente realizar pruebas a sus empleados. Además, aunque probablemente haya menos huéspedes y arriben con menor frecuencia, también es posible que no porten mascarillas.
Todo esto fue evidente cuando los primeros turistas llegaron al hotel Moon Palace de Cancún la semana pasada y fueron recibidos con música de mariachis y el personal en una fila, manteniendo un distanciamiento seguro.
«Todos los clientes entraban con sus tapabocas. Lo primero que hacían es que imaginaban que había un letrero que decía ‘quítese su tapabocas’, porque todos los clientes se quitaron los tapabocas apenas entraban al hotel», dijo Gibrán Chapur, vicepresidente ejecutivo de Palace Resorts. «No puedes estar tapado de vacaciones, pensando que tienes que estar enclaustrado. Si no, te quedas en casa».
Sin embargo, el personal del Moon Palace portó sus mascarillas en todo momento. Con apenas 300 turistas en playas que pueden albergar a miles, parecía un buen sitio para practicar el distanciamiento social.
«¿Qué mejor lugar para estar que donde no hay nadie? En lugar de estar en Nueva York, donde sales a la calle y hay 500 personas por todos lados», declaró Chapur.
En el estado de Quintana Roo, donde se ubica Cancún, el turismo es la única industria que existe, y esa ciudad es el único destino turístico mexicano de gran magnitud que ha reanudado las actividades hasta ahora.
Los ingresos turísticos de México se desplomaron en abril, cuando registraron apenas 6.3 por ciento en comparación con el año previo. Cientos de miles de habitaciones de hotel estaban cerradas.
El turismo brinda 11 millones de empleos, directa o indirectamente, en México, y muchos de esos trabajadores fueron enviados a sus casas a esperar.
La situación es tan desesperante que el secretario de Turismo mexicano propuso considerar a la industria como una de las «actividades esenciales» de México a fin de poder reanudar las actividades, tal como las industrias de la construcción, minería y automotriz han comenzado a hacerlo. Sin embargo, las autoridades federales de salud se mostraron menos entusiasmadas, notando que el turismo implica viajes, multitudes y estar al aire libre.
La demora en la reactivación de otros sitios aparte de Cancún ha creado una situación desesperada. En el destino turístico de Huatulco, en la costa del Pacífico, decenas de vendedores que operan tiendas costeras de pescado y artículos de la región desafiaron las medidas de confinamiento para reabrir sus negocios, argumentando que se habían quedado sin dinero y no podían aguantar más.
Otros destinos de playa planeaban reaperturas limitadas incluso la próxima semana.
«Ha sido muy difícil», dijo Armida Castro, alcadesa de las ciudades gemelas de Los Cabos, en Baja California Sur. «Teníamos un padrón de grupos vulnerables, adultos mayores y personas con discapacidad» a las que el gobierno distribuyó paquetes de ayuda».
Pero luego se sumó a esa lista a los comerciantes que deambulan en las playas, los meseros y los músicos que se han quedado sin trabajo y la lista creció a 50 mil personas. Ante ello, el gobierno local incrementó los paquetes de alimentos y se utilizó toda la flota de vehículos oficiales para distribuir las despensas.
Castro dijo que no recuerda haber visto tan desierto a Los Cabos, un destino conocido por sus playas, desiertos y pesca deportiva. La usualmente concurrida marina de Cabo San Lucas ahora tiene abundante espacio disponible.
Mientras Los Cabos espera que se dé una reapertura gradual en junio o julio, con límites en la capacidad hotelera, es difícil no pensar que el verano se ha perdido.
«Octubre será la gran prueba», dijo Castro, refiriéndose al mes en que tradicionalmente regresan los cruceros y los torneos de pesca deportiva reciben a unas 350 embarcaciones que buscan pescar marlin o dorado. Los peces sin duda están picando, dijo Castro, y destacó: «Ahora han sido 9 semanas sin pesca, ni ribereña ni deportiva; entonces eso debería generar un interés y un atractivo para los deportistas y los pescadores».
Las atracciones en los destinos turísticos mexicanos están mejor que nunca, y no sólo por la poca afluencia.
El secretario de Marina, el almirante José Ojeda Durán, dijo que en lo que va del año no se ha registrado la presencia de sargazo, el alga maloliente que abrumó las playas del Caribe mexicano en 2018 y 2019.
Y en las costas del Pacífico, por primera vez en la historia reciente se ha observado el fenómeno de la bioluminiscencia — el brillo eléctrico que se puede ver por las noches en el mar debido al plancton — en las playas de Acapulco. Los expertos afirman que una combinación de factores — menos personas en el agua, una menor contaminación de las embarcaciones y el bloqueador solar, y menos luces en las costas — podrían estar contribuyendo al brillo del mar.
«La mínima presencia de actividad humana, o ausencia de esta, ha hecho posible que se disperse a zonas donde antes se veía poco, como varias costas de México», dijo el biólogo marino David Hernández Becerril, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
De cualquier forma, será difícil para México. Algunos lugares, como la isla de Cozumel, dependen prácticamente en su totalidad de la industria de los cruceros, a la que le podría tomar más tiempo recuperarse. Y México no es precisamente conocido por apegarse a las recomendaciones de la Organización Mundial de Turismo de la ONU de viajes seguros, sin inconvenientes y sin contacto.
Algunas cosas van a cambiar: A los pasajeros no se les permitirá ocupar el asiento delantero en los taxis, los buffets son cosa del pasado y Chapur dice que los hoteles del Palace probablemente sustituirán los menús físicos en sus restaurantes. En su lugar, los clientes capturarán un código QR con sus celulares, donde se les desplegará el menú.
«Es lo más sucio que hay en un restaurante… posiblemente sea más sucio que el baño», dijo Chapur. «Porque el baño lo limpias a cada rato, pero el menú lo toca todo el mundo».
Quizá el argumento más convincente es el más simple.
«Le preguntaba a la gente ‘¿qué es lo que más te entusiasmó a venir?’ y decían: ‘Ya no aguantaba estar en casa'», puntualizó.